David Brian Pearce, de 43 años, productor de Hollywood fue condenado a 146 años de cárcel por la muerte de dos jóvenes en noviembre de 2021, declarado culpable de asesinato en primer grado por la muerte por sobredosis de drogas de una modelo y su amiga, además de cargos por agresión sexual a otras siete mujeres.
La jueza Eleanor J. Hunter del Tribunal Superior de Los Ángeles, quien impuso la pena máxima a David Brian Pearce, de 43 años, afirmó que el acusado era “la peor clase de criminal”, señalando que durante las declaraciones de impacto de las víctimas lo habían calificado de estafador, manipulador y lobo, y diciéndole a Pearce: “Todos esos calificativos se aplican a ti”.
El jurado deliberó durante aproximadamente dos días y medio antes de declarar culpable a Pearce, el 4 de febrero de los dos cargos de asesinato derivados de las muertes de la modelo y aspirante a actriz Christy Giles, de 24 años, y su amiga Hilda Marcela Cabrales-Arzola, de 26, quienes fueron trasladadas a hospitales distintos del sur de California con una diferencia de aproximadamente dos horas el 13 de noviembre de 2021.
Giles ya había fallecido cuando fue llevada al Hospital del Sur de California en Culver City, mientras que Cabrales-Arzola, arquitecta, se encontraba con vida a las afueras del Hospital Kaiser Permanente del Oeste de Los Ángeles, pero en estado crítico. Su familia decidió desconectarla del soporte vital ese mismo mes, un día antes de cumplir 27 años.
El jurado, compuesto por siete hombres y cinco mujeres, también declaró a Pearce culpable de tres cargos de violación, dos de penetración sexual con violencia y uno de violación de una persona inconsciente y otro de sodomía con violencia. Todos los cargos de agresión sexual involucraban delitos contra siete mujeres entre 2007 y 2020.
Además de las siete víctimas mencionadas en los cargos de agresión sexual, el jurado escuchó el testimonio de otras cinco mujeres que alegaron haber sido agredidas sexualmente por Pearce.
Señaló que no había visto un arrepentimiento genuino en el acusado, quien ni siquiera tuvo el valor de leer su propia declaración ni la decencia de mirar a los familiares de las víctimas ni a las víctimas de agresión sexual mientras declaraban en el tribunal.
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