Con una trayectoria marcada por el compromiso con la salud pública y la educación médica, la doctora Lily Soto, médico infectólogo, ha asumido un papel valioso en la lucha contra el VIH: no solo desde el acompañamiento clínico, sino también desde la desmitificación de conceptos erróneos que perpetúan el estigma y la discriminación hacia quienes conviven con este virus.
En un esfuerzo por brindar claridad y fomentar una cultura de respeto e información veraz, la doctora Soto enumera ocho creencias comunes que deben ser desmontadas:
El VIH no se transmite por abrazos
Un gesto tan básico y humano como un abrazo no representa ningún tipo de riesgo de transmisión del virus. “No puede transmitirse el VIH solo por abrazar a una persona”, explica con énfasis la especialista.
Los mosquitos no son vectores de VIH
Una de las creencias más difundidas es que la picadura de un mosquito puede transmitir VIH, lo cual es completamente falso. Soto aclara que “no se va a transferir de una persona a otra porque los mosquitos no son portadores del virus”.
No se transmite a través de utensilios o fomites
El VIH no se transmite mediante platos, cucharas, vasos ni ningún tipo de utensilio doméstico compartido, conocidos como fomites.
Vivir con VIH no impide tener hijos
Contrario a la creencia popular, las personas que viven con VIH sí pueden tener hijos sin transmitirles el virus. Gracias al uso riguroso del tratamiento antirretroviral, “la transmisión de la madre al niño puede ser nula”, afirma Soto.
Una pareja serodiscordante no implica transmisión inevitable
La doctora advierte sobre la generalización de que si una persona en una pareja tiene VIH, su compañero o compañera también lo tendrá. “Eso no es necesariamente así”, puntualiza. Un despistaje adecuado y el seguimiento clínico pueden garantizar la no transmisibilidad.
El tratamiento antirretroviral actual es seguro y tolerable
Muchos aún creen que los efectos adversos del tratamiento son peores que la enfermedad. Soto derriba esa idea: los medicamentos actuales generan pocos efectos secundarios, como insomnio o disconfort abdominal leve al inicio del tratamiento. “Hoy en día, estos son bastante tolerables”, señala.
Los tratamientos han evolucionado significativamente
A diferencia del pasado, cuando los antirretrovirales eran reservados para pacientes con VIH avanzado, ahora se recomienda el inicio temprano del tratamiento, con menos riesgos y mejores resultados.
El VIH no acorta la vida si se trata adecuadamente
“Las personas que viven con VIH tienen la misma esperanza de vida que cualquier otra persona mientras tomen tratamiento antirretroviral”, asegura la doctora Soto, desmontando el prejuicio de que la infección sea una sentencia.
Los esfuerzos de la doctora Lily Soto buscan no solo educar, sino también invitar a una reflexión colectiva: ¿qué tanto pesa la desinformación en nuestra manera de relacionarnos con las personas que viven con VIH?