El cardenal Camarlengo de la Iglesia Católica es uno de los funcionarios al servicio del Papa, cuya figura adquiere una importancia crucial en la elección del nuevo Obispo de Roma durante el período llamado de sede vacante, que ocurre después de la muerte o renuncia de un Pontífice.
Su responsabilidad principal es cuidar y administrar los bienes y los derechos temporales de la Santa Sede durante la sede vacante, además de velar por la preparación del Cónclave que elegirá al próximo Papa.
Desde el siglo XVI, es obligatorio que el cargo de Camarlengo recaiga sobre un cardenal. Actualmente es el irlandés-estadounidense Kevin Joseph Farrell, prefecto del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, nombrado por el papa Francisco en 2019.
En 2022, mediante la Constitución Apostólica Praedicate Evangelium, el papa Francisco reorganizó la estructura de la Santa Sede y suprimió lo que entonces se llamaba Cámara Apostólica, un consejo eclesiástico colegiado que apoyaba al Camarlengo.
Según la nueva disposición, el Camarlengo ahora cuenta con el apoyo de un vicecamarlengo, cargo ocupado actualmente por el Arzobispo brasileño Ilson de Jesus Montanari, y tres cardenales asistentes temporales. Estos cardenales incluyen al coordinador del Consejo de Asuntos Económicos, el Cardenal Reinhard Marx, y los otros dos son seleccionados de acuerdo con las normas establecidas para la elección del nuevo Papa.
Esta nueva estructura reemplaza a la antigua Cámara Apostólica, simplificando y modernizando la administración vaticana durante el período de sede vacante.
Las demás funciones del Camarlengo, más allá de la administración de los bienes temporales de la Santa Sede y la preparación del Cónclave, fueron establecidas en la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis, promulgada por el Papa San Juan Pablo II en 1996:
El cardenal Camarlengo “debe comprobar oficialmente la muerte del Pontífice” en presencia de otros eclesiásticos, y además debe “sellar el estudio y la habitación del mismo Pontífice, disponiendo que el personal que vive habitualmente en el apartamento privado pueda seguir en él hasta después de la sepultura del Papa, momento en que todo el apartamento pontificio será sellado”.
El cardenal Camarlengo debe comunicar la muerte del Papa al Cardenal Vicario para la Urbe, en este caso el italiano Baldassare Reina, “el cual dará noticia al pueblo romano con una notificación especial”.
El cardenal Camarlengo debe comunicar la muerte del Papa al Cardenal Arcipreste de la Basílica Vaticana, actualmente el italiano Mauro Gambetti.
El cardenal Camarlengo debe “tomar posesión del Palacio Apostólico Vaticano y, personalmente o por medio de un delegado suyo, de los Palacios de Letrán y de Castel Gandolfo, ejerciendo su custodia y gobierno”.
El cardenal Camarlengo debe establecer “todo lo concerniente a la sepultura del Pontífice, a menos que éste, cuando vivía, hubiera manifestado su voluntad al respecto”.
El cardenal Camarlengo debe “cuidar, en nombre y con el consentimiento del Colegio de los Cardenales, todo lo que las circunstancias aconsejen para la defensa de los derechos de la Sede Apostólica y para una recta administración de la misma”.
El cardenal Camarlengo, junto a los tres cardenales asistentes, “están obligados a vigilar atentamente para que no se viole en modo alguno el carácter reservado de lo que sucede en la Capilla Sixtina” durante las operaciones de votación del Cónclave para la elección de un nuevo Papa, además de velar por la salvaguarda “de los locales contiguos, tanto antes como durante y después de tales operaciones”.
El cardenal Camarlengo debe redactar un informe, aprobado por los tres cardenales asistentes después del Cónclave, “en el cual declare el resultado de las votaciones de cada sesión. Este escrito será entregado al Papa y después se conservará en el archivo correspondiente, cerrado en un sobre sellado, que no podrá ser abierto por nadie, a no ser que el Sumo Pontífice lo permitiera explícitamente”.
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